El origen de MADRID
Los orígenes de Madrid
Aunque existen diferentes teorías sobre el origen de la actual ciudad de Madrid, y aun sabiendo que se han encontrado asentamientos neolíticos y romanos en la Comunidad, todo parece indicar que el origen de lo que actualmente se conoce como Madrid, provendría de una pequeña aldea sobre una colina del rio Manzanares, de origen Visigodo, como atestiguan los restos de la antigua Iglesia de Santa María de la Almudena en la Calle Mayor, donde se encontraba una lápida hoy desaparecida datada en el año 697.
Esta población se habría transformado en época árabe, tras la conquista de Muhammad I en el año 852, en una pequeña ciudad fortificada con un Alcázar ideado para defender el camino de acceso a Toledo, con su Zoco musulmán extramuros, y algunos habitantes cristianos en lo que hoy serían las Vistillas.
Dos siglos más tarde, en el 1085, Alfonso VI el Conquistador vuelve a poner la ciudad en manos cristianas, aunque continúa siendo una pequeña villa.
No es hasta el año 1561 cuando Felipe II instala la Corte en Madrid que la ciudad comienza a crecer hacia el Este, no parando hasta poseer en la actualidad más de 3 millones de habitantes.
El nombre de Madrid deriva de la lengua romance: matrich, que significa ‘matriz’, por ser ‘matriz de aguas’ o ‘manantial. Esto se debe a que se estableció en un terreno con multitud de aguas subterráneas, pozos y arroyos, algunos de los cuáles se conservan hoy en día. Esto se refleja en uno de los blasones más antiguos de la capital figura la leyenda: «Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y blasón»
Ya en época árabe se mantuvo esta denominación adaptada a su fonética y transformándose en Mayrit (pronunciado masherit). Mayrit se componía del término árabe ‘mayra’ (madre o matriz) y el sufijo ‘it’ (lugar).
Otra explicación apunta al primer nombre documentado de la ciudad en la época andalusí: Maǧrīţ, o Magerit en su forma traducida al castellano de la época. Ambas denominaciones coexistieron, siendo utilizadas tanto por musulmanes, como por cristianos.
Finalmente la derivación de estos términos acabó convirtiéndose en Madrid término que a día de hoy, seguimos los madrileños utilizando, aunque con la pronunciación más próxima a “Madriz que a Madrid”. ¡No se olvide de escucharnos pronunciar así! Nos sentimos orgullosos de ello.